lunes, 18 de noviembre de 2013

Retorno a la prehistoria

Los diputados del Parlamento de Galicia disponen, cada uno, de una plaza de aparcamiento (y sólo una) en un edificio próximo a la sede de aquél. Al parecer, algunos diputados tenían la fea costumbre de utilizar dos o más coches; uno permanecía en la plaza asignada y el otro o los otros se dejaban en cualquier sitio libre que se encontrara en el parking. El Parlamento llamó la atención a tales diputados, y éstos, mal que bien, fueron retirando los coches sobrantes. Todos excepto Beatriz Sesatayo, diputada ferrolana del PSOE.

Hasta en cuatro ocasiones el Parlamento reclamó por escrito a Sestayo que no ocupase más de una plaza. En las cuatro la diputada hizo caso omiso, dejando en su sitio un coche cuya titularidad se atribuye a su hija. Al fin, el Parlamento dio órdenes de que se impidiera a Sestayo el acceso en vehículo al parking mientras el auto de su hija siguiera allí. Un vigilante ejecutó la consigna a rajatabla y ello desató las iras de Sestayo, que acabó por abandonar (eso sí, con las llaves puestas) el coche con el que pretendía acceder al lugar de modo que bloquease la entrada al mismo.

Hasta aquí, nada de particular, salvo por lo que tiene de tufillo de retorno al pasado ("¡usted no sabe con quién está hablando!"). Ya hace tiempo que estoy convencido de que seguimos en pleno franquismo y, por tanto, esas actitudes no me cogen por sorpresa. Lo grande fue la diatriba que Sestayo se marcó cuando los periodistas la interrogaron sobre el suceso; "¡Éste es uno más de los continuos ataques de la derecha fascista hacia los representantes de la libertad!", vino a decir. Y eso sí que es un gigantesco retroceso a épocas antediluvianas.

Si todo el argumentario de la flamante izquierda española se reduce a que la derechona es la responsable y la culpable de todo, entonces apaga y vámonos... a las barricadas, a tomar la Bastilla, a quemar iglesias; a hacer cualquier cosa menos dialogar con sensatez. Así se trabaja por los intereses del pueblo.