martes, 15 de enero de 2013

Los sindicatos de Gabilondo

Es muy improbable que Gabilondo llegue a enterarse del contenido de esta entrada, pero, por si acaso,...

Gracias a un correo electrónico no solicitado he podido leer un texto del periodista Iñaki Gabilondo que se recoge en distintas páginas web (por ejemplo, spjusoandalucia.blogspot.com.es, de la Unión Sindical Obrera, USO) y que fue elaborado a finales de 2012. En dicho texto, Gabilondo recuerda lo que los sindicatos han hecho por los españoles y lamenta que la reticencia hacia ellos esté creciendo entre la población. Gabilondo me parece un mal periodista, pero hoy vamos a dejar ese aspecto de lado y a concentrarnos en su argumentación.

Como punto de partida sostengo que no estoy de acuerdo con la actitud de determinadas personas que, creyendo que forman una elite pensante encargada de abastecer a la ciudadanía de a pie con directrices acerca de la ideología que han de adoptar, protestan airadamente contra esa misma ciudadanía si ésta no sigue sus recomendaciones al pie de la letra. Gabilondo, plenamente convencido de ser miembro de esa clase, regaña a la población por estar empezando a dejar de creer en los sindicatos. En mi opinión, si hay discrepancias entre el pensamiento social de las elites y el de los ciudadanos, en general suelen ser los segundos quienes tienen razón. En cualquier caso, los ilustrados carecen de cualquier derecho a amonestar a los demás por no pensar como ellos.

En su alegato, Gabilondo cita numerosos casos, individuales y colectivos, en los que la acción sindical ha resultado beneficiosa para una persona o un estrato social (a propósito, deja sin mencionar que algunos sindicatos no han vacilado en aplicar a su propio personal la dura reforma laboral promulgada por el gobierno y que ellos tanto criticaron; incluso convocaron una huelga general para que fuese retirada). En mi opinión, esa estrategia dialéctica es muy pobre; no hace falta esforzarse demasiado para encontrar al menos un ejemplo negativo por cada uno de los de carácter positivo que cita Gabilondo. Les ahorro el suplicio de entrar en el clásico juego del "y tú más".

He dejado lo importante para el final. A lo mejor les sorprende que diga que apoyaría con todas mis fuerzas el alegato de Gabilondo... si tan sólo añadiera un punto: que los sindicatos los paguen los que creen en ellos y que ahorren al resto de los españoles su financiación vía presupuestos generales. Para que se me entienda, soy católico practicante y estoy firmemente convencido de que la Iglesia Católica debe ser financiada exclusivamente por sus seguidores; no hay derecho a que se utilice una parte de los impuestos para sostener algo que no interesa a la totalidad de la población. ¿Sería capaz Iñaki Gabilondo de decir lo mismo con relación a sus sindicatos?