lunes, 17 de septiembre de 2012

El abuelo que me alegró la vida

Suelo comprar libros en El Corte Inglés. Los empleados de la librería, que están hartos de conocerme, se empeñan en hacerme recomendaciones. No les hago caso; tengo mis propios criterios para elegir mis lecturas y a ellos me ciño. Sin embargo, recientemente sucumbí a la presión incansable. Además, no había títulos que suscitaran mi interés de forma especial. Así que, atendiendo la sugerencia de uno de los dependientes, compré El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson, publicado en España por Salamandra.

No me duró ni un fin de semana. Una vez que lo cogí, ya no pude soltarlo hasta que concluí sus cuatrocientas diez páginas. Y es que hacía bastante tiempo que no leía algo tan bueno.

El libro se divide en dos partes, que discurren en paralelo. En la que sucede en tiempo real un centenario se fuga del geriátrico en el que está recluido. Lo único que le interesa es tomar unos cuantos tragos de aguardiente, pero se tropieza con cincuenta millones de coronas suecas, un ladrón y estafador, el jefe de una banda de malotes, un vendedor de perritos calientes, una señora de buen ver, un vendedor de biblias, una elefante y un perro pastor alemán. En la confusión caen otros dos malotes, con lo que entran en escena un inspector de policía y un fiscal.

La otra parte es un repaso de la vida del anciano, un experto en explosivos que llega a ponerse en contacto con Franco, Oppenheimer, Truman, la esposa de Chiang Kai-Chek, Mao Tse-Tung (escrito así), Stalin, un par de primeros ministros suecos, el jefe de la policía secreta del sha de Persia, Churchill, el hermano bastardo de Einstein y un sinfín de personajes más.

Agítese todo y se tendrá una novela excepcional, con una trama increíblemente ingeniosa, un sentido del humor que provoca la carcajada en no pocas ocasiones y una crítica despiadada a los políticos (el protagonista, según su creador, simplemente desconecta cuando oye hablar de política o ideología). Con estos mimbres, al autor no le cuesta muchas dificultades llegar a la conclusión de que la estupidez humana carece de límites. Pero Jonasson prefiere la bondad, igual que su protagonista, y se muestra comprensivo e inclinado a disculpar los desastres que las personas originan sin cesar.

Si quieren una visión realista de la condición humana, pero al mismo tiempo compasiva y llena de humor, les recomiendo encarecidamente que salten por la ventana con el abuelo y se dejen guiar por su impagable sentido común.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Las vacaciones de Q

El viernes 3 de agosto de 2012 me dirigí a Piadela.

Piadela, perteneciente al municipio de Betanzos (La Coruña),
se encuentra en algún lugar de este valle (Foto: ESS).

Vista desde una de las terrazas de la casa de Q en Piadela.
Lo que se ve en segundo plano es el embalse de Cecebre
(antes de ser cubierta por las aguas, en esa zona se desarrolla El bosque animado),
que abastece de agua a La Coruña (Foto: ESS).

Aspecto general de la casa de Q en Piadela.
Fue construida por su abuelo materno en 1930.
Heredada por su madre, ésta la vendió a Q.
Q y sus padres hicieron modificaciones,
como la completa remodelación de las dos alas anejas a la construcción.
La carretera que pasa por delante es una variante de la ruta de Guiliade (Betanzos) a Guísamo (Bergondo) (Foto: ESS).

El domingo 5 de agosto tuve que regresar a Vigo para cumplir con un repentino requerimiento de que pasara una revisión médica el lunes 6 de agosto. De vuelta el martes 7, con parada en Santiago para recoger una espantosa mesa de la que mi hermana quería desprenderse (no le cabe en su nueva vivienda) y mi madre sugirió que conserváramos en Piadela.

Resto de la semana en Piadela con mi hija MSL. Vamos a bañarnos a la Playa Grande de Miño (La Coruña) y nos tocamos las narices. Ella sale por las noches a Betanzos o a La Coruña para correrse las juergas oportunas con sus incontables amigos.

Aspecto parcial de la Playa Grande de Miño.
Lo que se ve al fondo es Sada (Foto: ESS).

El sábado 11 de agosto se incorporan mi hermana (hasta el lunes 13 -debe regresar a Marruecos-), mi madre y mi mujer. Playa, tocarse las narices y visita a las calles de los vinos de La Coruña.

Aspecto parcial de la calle de la Estrella, en La Coruña.
Entre 20 y 22 horas ésta y las calles inmediatas están completamente abarrotadas (Foto: ESS).

MSL y yo vemos en Riazor dos partidos del Deportivo: el Teresa Herrera, contra el Atlético de Madrid (el 11 de agosto), y el primer partido de Liga, contra el Club Atlético Osasuna (el lunes 20 de agosto). Sendas victorias. Más tarde yo veo por televisión en Betanzos el partido en Valencia (el domingo 26 de agosto, a las 23) y vuelvo solo a Riazor para el partido contra el Getafe (el sábado 1 de septiembre).

MSL recibe a tres amigas como invitadas entre el 16 y el 19 de agosto y se marcha el domingo 26 (dice que la reclama su trabajo en la tesis doctoral). La acompaña en la marcha mi mujer. Me quedo solo con mi madre. Sólo salgo de casa para ir a comprar el periódico o ir al Eroski.

La hija mayor de mi hermana, que también vive en Marruecos, tiene la brillante idea de convertirme en tío abuelo, al dar a luz en Casablanca (Marruecos) a su primera hija. Mi madre ya es bisabuela.

Amal, la niña que otorgó a Q la categoría de tío abuelo (Foto: LFS, agosto 2012).

Regreso a Vigo el domingo 2 de septiembre fatal del estómago; hacía quince días que se me había terminado un protector de estómago que tomo habitualmente y sin el cual creí, equivocadamente, que podría sobrevivir. El lunes 3 de septiembre llevo a mi hijo ASL a Santiago con la impedimenta que necesita para pasar el curso. El malestar estomacal, que repercute en dolores musculares y flojera general, no da pasado. Parece más débil el miércoles 5 de septiembre.

Me enfrento con escaso entusiasmo a las tareas que se me fueron acumulando durante las vacaciones (?).