miércoles, 28 de septiembre de 2011

Las básculas veleidosas

Lo admito. Tengo unos cuantos kilos de más. No voy a decir el número; una cosa es reconocerse pecador y otra, ejercer de masoquista.

Por eso soy un adicto a las básculas. Tengo tres analógicas y una digital. Y mi médico me pesa cada dos o tres meses con uno de esos artilugios antediluvianos. Pues bien, ¿creen ustedes que coinciden los resultados proporcionados por unos y otras? Pues no, no coinciden, por mucho que me pese en idénticas condiciones.

Las dos analógicas más antiguas permanecen desde hace siglos clavadas en un determinado valor. La más reciente de ellas empezó en diez kilos más arriba y va bajando poco a poco, aproximándose a los resultados de sus compañeras. La digital, recientemente adquirida, tiende a confirmar los valores de las viejas. La del médico se alineó con la última analógica y recientemente ha bajado algo, aunque muy poco en comparación con la evolución de aquélla.

¿A cuál de estos cacharros debo hacer caso? Más todavía, ¿qué extraña conjura cósmica hace que se produzca esta considerable dispersión experimental? ¿No será que, a fin de cuentas, tienen razón los físicos teóricos y la verdad está en el mundo ideal de las ecuaciones y las teorías perfectas?

Más claro...

Un broker, Alessio Rastani (un tipo que no aparenta más de cuarenta años), acaba de descolgarse en la BBC con unas declaraciones en las que asegura estar encantado con la crisis, querer que se prolongue y endurezca, estar seguro de que muchos millones de personas van a pasarlo fatal en los próximos años, que el gobierno del mundo lo ejerce Goldman Sachs y no los políticos, y pasárselo de miedo ganando dinero, mucho dinero.

Los medios y los políticos han reaccionado con la hipocresía y el cinismo que era de esperar. Han tildado a Rastani de "loco" e "inmoral". Y, la verdad, no entiendo a qué viene esta actitud.

Rastani ha puesto el dedo en la llaga. Ha dejado bien claro que los valores morales no importan un bledo y que los políticos, que podrían (ya que no imponer a la fuerza tales valores) impedir que los desvergonzados campasen por sus respetos, son una pandilla de inútiles estratosféricos.

Vamos, que no se puede hablar más claro. Pero, por supuesto, preferimos arremeter contra Rastani en lugar de examinarnos a nosotros mismos con algo de ojo crítico. Así nos luce el pelo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Típica demagogia barata

José Luis Barreiro Rivas, ex alto cargo de la Xunta de Galicia y profesor universitario en la actualidad, es uno de los colaboradores más asiduos de las páginas de opinión de La Voz de Galicia. En los últimos días uno de sus artículos versaba sobre el anuncio de la inminente creación del Estado Palestino. Barreiro se manifestaba en contra de tal posibilidad, alegando que debería existir un único estado multicultural, soporte de una "democracia avanzada" (sic) en el territorio que hoy ocupan Israel, Cisjordania y Gaza. De paso, Barreiro dejaba perfectamente claro que no es simpatizante del estado hebreo y que lo considera la raíz de todos los males que asolan esa región del mundo.

Con este planteamiento, Barreiro se alinea con otros muchos españoles, que, por no se sabe bien qué razones (tal vez porque Franco estaba en contra del "contubernio judeo-masónico" y hay que mantener las esencias patrias), odian a Israel y se alegrarían mucho de su desaparición. Pues, por mucho que les pese a Barreiro y a quienes piensan como él a ese respecto, todo eso no pasa de ser demagogia barata.

La división de Palestina (colonia británica hasta ese momento) en dos estados, uno judío y otro árabe, fue acordada por la ONU en 1947. Así pues, la idea de un único estado carece de soporte legal. Lo que pasó fue que los israelíes se dieron maña para organizar su propio estado mientras que los palestinos árabes no se preocuparon de hacer lo mismo con el suyo, al tiempo que permitían que Transjordania (la actual Jordania) y Egipto se anexionaran las actuales Cisjordania y Gaza. Es decir, una de las razones por las que todavía no existe un Estado Palestino predominantemente árabe hay que buscarla en lo que los mismos árabes hicieron o dejaron de hacer.

En segundo lugar, cualquiera menos Barreiro y quienes opinan como él sabe que ese teórico estado multicultural jamás sería tal. El peso de la demografía árabe aplastaría totalmente a la minoría judía. En otras palabras, el estado único sería árabe. Por otro lado, ¿por qué deberían los judíos aceptar vivir codo con codo con gente que, en un porcentaje significativo, tiene aficiones terroristas? Que Israel ha atacado injustificadamente a sus vecinos en muchas ocasiones es un hecho, como también lo es que, al menos, el estado judío ataca con sus uniformes y sus banderas. En cambio, usted puede estar paseando tranquilamente por Jerusalén y de pronto volar por los aires porque la dulce niña que se ha puesto a su altura era en realidad una niña-bomba. Y puede estar tomando un café en una terraza de Tel Aviv y que le caiga encima un cohete lanzado por militantes de Hamas desde Gaza. Vamos, que resulta muy difícil suponer buenas intenciones en tus vecinos más próximos.

En tercer lugar, lo de la democracia avanzada debe de ser una broma de Barreiro. Si no hay ningún estado árabe democrático, ¿por qué habría de serlo el estado único de Barreiro? Además, los árabes suelen tener una afición muy marcada a no tolerar a quienes no piensan como ellos (los escasos judíos y cristianos que habitan en países árabes no tienen los mismos derechos que los musulmanes). Por el contrario, en Israel, y aunque las cosas aún podrían ser sensiblemente mejores, hay árabes que han sido elegidos en libertad para ocupar escaños en la Knesset.

En resumen, el actual primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Liebermann, son dos cernícalos estúpidos que se empeñan en complicar las cosas. Pero eso no debe ser motivo para que Barreiro suelte las ocurrencias desaforadas que plasmó en su artículo. Y es cierto que hay que presionar a Israel para que haga concesiones serias a los palestinos. Pero también lo es que Europa debería dejar de entregar unos cuantiosos fondos que, por caminos más o menos retorcidos, son los que sostienen a Hamas. Eso, naturalmente, es algo que a Barreiro se le olvidó mencionar en su alegato demagógico.